No siempre tienes lo que quieres, prácticamente nunca está uno satisfecho. Siempre estás siguiendo algo. Puedes tener los pies en el suelo, pero qué satisfacción es volar, desdibujar. Nada demasiado improbable, tan sólo pequeñas cosas que guardas. Pequeñas cosas que piensas en el momento en en el que te acuestas.
Si no es el influjo de la noche, es el sueño, buscas, dependiendo de tu estado anímico, volar o enterrarte. Si decides enterrarte es mejor dormirse pronto, aunque no es la vía más rápida y si decides volar... acabarás durmiéndote (incluso en contra de tu voluntad) pero con una sonrisa.
Teniendo siempre los pies en el suelo, considerando la estabilidad un medio para conseguir absolutamente cualquier cosa, que te implanten el idealismo puede ser duro. Sobretodo si te has estado oponiendo a ello durante toda tu vida, cuando te ha parecido siempre humo, una teoría intangible.
Es agradable empezar a ser un poco idealista, pero es contagioso y sobretodo venenoso.
Empiezas a exigir más de lo que solías obtener, empiezas a ver carencias donde había abundancia y deforma tu visión de lo que era la realidad, tu vida se convierte de repente en un cuadro romántico esperando que todo sea loco amoeno.
O será la primavera... who knows?
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2 caminos alternativos:
ohhh! este es uno de esos escritos que leo y me gustaría haberlos escrito yo! ajajaja!
un besoo nina!
Carmen.
Según caminas escribiendo la línea blanca de tus experiencias obtienes premios que, al conseguirlos, te llenan de satisfacción y se convierten en fuentes de felicidad. Luego todo es ideal durante un tiempo, hasta la estabilidad es un ideal; pero el ser humano cambia, y con el cambio llega el vacío que no es real es solo fictíceo, la fuente sigue emanando lo mismo solo que ahora buscas algo nuevo.
Creo que a todos nos pasa eso alguna vez, y en cada aspecto de nuestra vida.
Un beso Oscar
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