Laura Prepon

Estábamos en una masía, una casa de piedra, grande, con bonitos jardines a nivel inferior, con torres increíbles. Podría decirse que era un castillo.

Laura Prepon está sentada junto a mi en un diván de mimbre y yo en su correspondiente sillón, mirando ambas hacia los jardines, viendo impedida nuestra completa visión por la barandilla de la misma piedra que envolvía el patio en donde nos encontrábamos.

Entre toda esa pomposidad toscana, viene otra mujer, a enseñarle a Laura, un plato de barro, típico mallorquín, con cierto tipo de carne seca, se entiende que es algún tipo de fiambre pero muy rojo y a la vez opaco.

Esplendorosamente pelirroja, cata la carne de forma muy sutil, como si fuese realmente algo muy preciado o caro, y tras ello, da su aprobado, y proseguimos nuestra conversación.

Sabía que era un sueño, porque tengo esa estúpida capacidad de saber que si me estoy metiendo en líos preocuparme de forma exasperante, y cuando ví aquella carne supe, no sé cómo, que era carne humana, pero todo prosiguió sin la más mínima prreocupación.

La señora que nos trajo el plato, lo dejó en una mesa de cristal, cuyo pie también era de mimbre y Laura me ofreció de él, e hice exactamente lo que ella, catarlo con suavidad. Puede que lo hiciese para complacerla, pero tampoco tenía ningún reparo en comer de aquello, que sabía lo que era sin que nadie lo hubiese mencionado.

Más tarde, después de varios episodios, yo marcho en una vespa piaggo de color rojo y asiento de cuero amarillo y sabía que me habían cargado, bajo el asiento, dos cadáveres en plástico protector, supongo que para que en mi propia casa pudiese curtir la carne como la consumía Laura.

El momento de nerviosismo, me llega cuando la Policía nos para en una curva de una carretera, bastante transitada y temo que nos haga abrir el maletero y vean ambos cadáveres, pero mientras estamos hablando con la Policía, habiéndonos apeado de la vespa, alguien nos la roba y se fuga sin que me diese cuenta, pero Laura sí que lo ha visto y lo ha permitido porque quién se la ha llevado es la Froggy. Nos miramos y nos reimos pensando en la que le va a caer cuando descubra que tiene dos muertos en su recién robado, pero adorable, ciclomotor. Nos reimos mucho, y la Policía ya no está.