Faustine (I)

Agarra el tenedor y con la otra mano la cuchara, es zurdo pero maneja los cubiertos al revés. Se pone una servilleta a modo de babero y procede. El tenedor agarra unas hebras que se envuelven en cuanto las hace girar contra la cuchara y ese es el mecanismo.
Su prominente nariz llama poderosamente la atención, no es ganchuda pero si le da un aire clásico, todo esto sumado a que está solo, está sólo pero parece estar en compañía, su cara es como si estuviera escuchando a una persona que realmente no está, como un oyente pasivo, sonríe a veces, a veces suelta una risita nerviosa y se coloca cada 2-3 minutos la camisa interior, nerviosamente.
Es de esas personas que se ven tan inseguras en cualquier circunstancia que gustarías de conocer, de hacerle sentir mejor, así que simplemente me acerqué a la mesa siguiente y le observé a través de la carta, su prominente nariz sobresalía de "ensalada mixta" qué gracioso. Pedí la dichosa ensalada y esperé pacientemente mirando todos sus movimientos.
¿Estaría loco? Realmente está sonriendo solo, cada la expresión como si estuviera en una conversación, me inquieta.
Empiezo a tener hambre, por fin llega la comida, aliño y de reojo sigo mirando al chico, que por fin parece haberse percatado de que tiene compañía y me mira cuando yo no miro, qué gracioso.
-Que aproveche- ¡Ha hablado!
-Gracias... a tí tambien- ¿Ahora la tímida soy yo?

Le miré directamente y en seguida noté como si le conociera de algo, no sé, algo me recuerda muchísimo su cara, igual le conozco, puede que sea amigo de un amigo o quién sabe.
-¿Te conozco?
-No lo creo.
-Sí, en serio de algo te conozco.
-Pues no sé...

Después simplemente acabé mi comida, pero para entonces él ya había pagado y marchado, despidiéndose de mi levantando las cejas y dejando caer un hasta luego.

Para cuando me lo volví a encontrar, la cosa había cambiado, yo había pasado de curso, me corté el pelo y me tuve que poner gafas, lamentablemente me di cuenta de ello lo suficientemente tarde como para sufrir algunos incidentes que no mencionaré. Nos íbamos a volver a ver y yo había cambiado mucho. Pero él había cambiado más, había engordado más y su cara se había proporcionado, realmente había perdido gran parte de su encanto, pero ganado belleza canónica.
Eso sucedió en la biblioteca, lejos de ir a estudiar fui a utilizar el wifi y mientras asomaba los ojos por encima del monitor del portátil asomaron los suyos.
-Tú
-Hola
-¿Qué tal?
-Bieeeen... ¿y tú?
-Aquí...

Conversacion insustancial. Cuando se levantó, supongo que para ir al baño o a la cafetería porque había abandonado su material de estudio en la mesa, no dudé en echar un ojo a lo que estaba haciendo, buf, muchos folios, números... atisbé algo de química entre todo el follaje. Mi gozo en un pozo, seguía sentada en su silla y de nuevo volví a ver el folio de encima. Tenía una fórmula en la cabecera, cuántas líneas y números, no entiendía absolutamente nada, hacía mucho que dejé los números apartados en mi vida. Pero qué bonita la combinación. Alargué la mano y atrapé entre los dedos un post-it y la copié rápidamente antes de que volviera a su sitio.
Más tarde, estuvimos ambos en nuestros asuntos y yo recordé que había quedado, así que me despedí y marché.

Cuando volví de la cita había algo de alcohol de más en mi cuerpo y no tardé en abandonarme al sofá en cuando pisé mi casa, esparcida encima del mueble busqué mi móvil, lo apagué y pegado al él se había quedado el post-it con la fórmula.
Le di vueltas entre los dedos y quemaba un poco mas puntas con un cigarrillo estrecho y doblado que había fabricado yo misma y finalmente la repetí en voz alta. En cuanto acabé de pronunciarla se presentó ante mí el muchacho, vestido de traje, bastón y sombrero de copa.

-Soy Mefistófeles, tu destino ya me pertenece, ahora sírvete.

Continuará :)